Sonia Rodriguez Jaramillo, CEPAMGuayaquil
El crimen organizado tiene dos caras: la invisible los dueños de grandes capitales del tráfico de drogas, de armas y de personas especialmente mujeres; y la cara visible el “ejercito” de adolescentes y jóvenes a los que reclutan a través del chantaje, engaño o rapto.
Es un sistema criminal cada vez más despiadado, cruel, inhumano, incrustado en los barrios pobres; pero también oculto en grades ciudadelas y empresas, que sigue incorporando niños, adolescentes y jóvenes a sus mafias y violentando a las mujeres desde niñas. Lo cual es urgente detener y organizar propuestas para la salida del mundo delincuencial y de drogas de niños y jóvenes.
En Guayaquil, en los barrios “peligrosos” adolescentes y jóvenes acompañados por adultos confiables en la construcción de un mundo de respeto y solidaridad encuentran en las artes: baile, canto, tambores, teatro, entre otras; un modo de evidenciar y sensibilizar sobre los terribles problemas del país y los hechos de violencia que vivimos, a la vez que promueven esperanza.
Se organizan, se escuchan, crean mensajes, acordes musicales, letras de música, resuelven las diferencias. Hacen un llamado a las autoridades para que los militares y policías no abusen de su labor violentando a inocentes, a los más pobres, desapareciéndolos e invitan a otros adolescentes y jóvenes a sumarse a través de las artes a construir un mundo digno y justo.