La calentura no está en las sábanas

Este refrán ha sido utilizado por generaciones para transmitir una enseñanza. Esta es que, resulta torpe y es inútil, incluso contraproducente buscar soluciones inmediatas, superficiales o coyunturales a problemáticas que son mucho más complejas, profundas y estructurales. Suena bastante lógico, ¿verdad? Pese a la sabiduría popular del mensaje este refrán no está en la cabeza de quienes manejan el gobierno, de aquellos y aquellas que toman las decisiones en normativa y en política pública, es decir de quienes dirigen las funciones del Estado y de los servidores públicos del nivel jerárquico superior.

Aquí algunos ejemplos de esos cambios intrascendentes que en nada han ayudado a construir verdaderas soluciones y que funcionan como cortinas de humo y parches.

⦁ Se ha intentado solucionar el problema del tráfico y consumo de drogas principalmente a través de la eliminación de una norma que contenía una tabla que establecía un límite de consumo para varias sustancias, aquello en la práctica permitía distinguir entre consumidores y traficantes, esto por cuanto las adicciones son un problema de salud pública. La realidad ha demostrado que el problema no es la tabla sino la debilidad del Estado y sus instituciones para vigilar y controlar nuestro territorio y sus fronteras, así como de nuestra fuerza pública para identificar, detener y procesar a los grandes líderes de la criminalidad organizada.

⦁ Se ha intentado combatir la delincuencia incrementando el número de policías, dicho sea de paso con brevísimo tiempo de capacitación. Y además permitiendo que las fuerzas armadas salgan a las calles, pero sin cambiar el chip de ir a la guerra a matar, se ha aumentado también recursos para compra de vehículos y armas. Pese a ello la criminalidad no solo que no se detiene sino que va en aumento, basta ver las estadísticas de muertes violentas, secuestro y delitos contra la propiedad. Al respecto señalar que es imposible realizar un combate efectivo de la criminalidad organizada sin reconocer que la propia fuerza pública con frecuencia ha sido cooptada y trabaja en complicidad con la delincuencia. Además se debe reconocer que la fuerza pública está cometiendo delitos como tortura, desaparición forzada y ejecución extrajudicial gozando de impunidad.

⦁ Se ha intentado combatir la delincuencia con penas más duras, la creación de numerosos nuevos delitos y reformas que impidan que quienes han delinquido o se presume han delinquido recobren la libertad. Así también se están construyendo nuevas cárceles con capacidad para miles de personas y con condiciones de encierro inhumanas semejantes a las de El Salvador. Nuevamente las acciones tomadas se muestran como incorrectas e ineficaces, si el Estado únicamente actúa cuando los delitos ya se han cometido, si continúa pensando que la solución única es sin más mano dura, no veremos luz al final del camino, sobra decir que gran parte de la solución pasa por combatir la inequidad en nuestras sociedades, fomentar el trabajo y los emprendimientos, invertir en derechos: educación y salud a la cabeza.

Y por esto nuestro país va de tumbo en tumbo, y aquellos problemas que eran previsibles y hasta pequeños han crecido hasta convertirse en males de los cuales si seguimos actuando igual será muy pero muy difícil librarnos. Pero para el gobierno la calentura sigue en las sábanas, en estos y en muchos otros temas.