El debate entre los candidatos a la presidencia Luisa González y Daniel Noboa, previo a la segunda vuelta, dejó mucho que desear para gran cantidad de ciudadanos, especialmente aquellos indecisos que pensaban decidir su voto luego de ver y escuchar las participaciones y propuestas de ambos candidatos.
Empezando por el formato: No tuvo lógica de debate. En un debate existe intercambio de ideas argumentadas y desarrolladas, además de una participación activa, con repreguntas y solicitud de aclaraciones, por parte del(a) moderador(a). Pero este rol no existe en el formato establecido. Una vez más el CNE quedó en deuda con la ciudadanía en este tema, lo cual evidencia la poca importancia otorgada al debate
Muchos se preguntan quien fue el ganador o ganadora. El debate no puede ser visto como una competencia que reparte medallas. En todo caso los grandes perdedores sí fueron los votantes.
Faltaron propuestas y en las pocas que hubo los candidatos muy poco explicaron cómo se llevarían a cabo y sobre todo, como se financiarían, Si hubo algunas ofertas electoreras como en toda elección respecto a salud, educación, empleo, seguridad, etc. González y Noboa presentaron cifras muy dudosas (seguro varias son falsas) y difíciles de comprobar.
Luisa entró muy acelerada y agresiva sacándole en la cara al presidente los errores e incumplimientos de su gobierno en diferentes áreas como energía, educación, salud, seguridad y empleo. Pero no se pudo mantener así durante todo el debate y repitió tantas veces que Noboa mentía, que esa afirmación, convertida en estribillo, terminó por desinflarse. Perdió los estribos cuando Noboa se refirió a ella como Rana René, alias con el cual se mostró más mesurado y en cambio, González llegó a descontrolarse.
Las ofertas de los dos candidatos en temas fundamentales como salud, educación, empleo y seguridad fueron muy similares y demagógicos, sin explicar cómo lo lograrían, Luisa ofreció dos millones de empleos en 4 años y superó ampliamente lo ofrecido por Noboa.
Noboa no dio respuestas satisfactorias o no dio ninguna en temas como la deuda de más de 90 millones de dólares con el SRI del grupo económico de su padre, los contratos entregados a empresas de su grupo familiar, el incumplimiento de la oferta del ingreso del 100% de estudiantes a las universidades públicas, entre otras.
Finalmente, González aceptó que reconociese al gobierno de Maduro en Venezuela y que ella apoyó el ingreso del prófugo Ronnie Aleaga al CAL de la Asamblea pero también que mantendría la dolarización, contrario a las declaraciones de asambleístas de la Revolución Ciudadana y de su candidato a vicepresidente, Diego Borja.
En resumen, un debate que no fue tal, sin ninguna referencia a los derechos humanos, con acusaciones de ambos lados, ofertas fáciles y muy poco contenido. Dos modelos opuestos uno populista con un barniz de progresismo, con una candidata tutoriada por el prófugo Rafael Correa y otro neoliberal con tintes autoritarios y un candidato perteneciente a la tercera generación que posee la mayor fortuna del país. Una decisión bastante desalentadora para los votantes.