EDITORIAL

La cajita empolvada. Los derechos sociales o del buen vivir

De cara al proceso electoral de este 19 de febrero la oficina del Registro Civil de Cada cuatro años las personas que lanzan sus candidaturas a cargos de elección popular, van hacía sus archivadores o armarios y sacan una pequeña cajita empolvada, que tiene el rótulo: “Usar en tiempos de campaña y guardar luego de la elección”.
Esta cajita, queridos y queridas oyentes, contiene muchas de nuestras aspiraciones y promesas de vivir mejor que los tratados internacionales, la Constitución y las leyes han recogido desde las últimas décadas para nosotros, pero que tristemente solo se han convertido en parte de la estrategia electoral de unos cuantos.
Sepan ustedes que derechos como el empleo remunerado, la educación, la salud, la vivienda, la protección social, el acceso a la cultura, un ambiente sano, el agua, la alimentación y la soberanía alimentaria nos pertenecen a todos y deben realizarse, no son solo parte de una bonita retórica electoral.
Nos debemos espabilar y dejar de pensar que se trata de regalitos o dádivas caritativas. Por eso tenemos que escoger con mucho cuidado por quién votar, pues cuando hablamos de derechos sociales o del buen vivir no se trata solo de “dar muchas casas” o “crear muchos empleos”.
Se trata de que no nos boten de nuestro terruño, que no nos ensucien el medio ambiente, que no nos paguen una miseria por “dizque súper-empleos por horas”, que podamos ir a la escuela y a la universidad, que podamos ir al médico cuando nos enfermemos, que tengamos lo suficiente para vivir, y sobre todo, que no nos endulcen el oído ahora y luego nos callen encarcelándonos cuando nos quejemos de que algo no está bien.
Y por cierto escojamos a alguien que en cuanto a propuestas al menos sepa fundamentar o justificar su ofrecimiento con algo más que su mera palabra.

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