El destino de las elecciones
En las elecciones del 19 de Febrero se juega el destino del país en condiciones muy especiales ya que el gobierno de Correa ha sido una de los más largos de la historia y los electores deberán decidir entre el continuismo, representado por Lenin Moreno o realizar un cambio de rumbo hacia un gobierno de signo distinto. Al cabo de 10 años, el gobierno de la autodenominada “Revolución Ciudadana” deja una economía en crisis con ya dos años seguidos de decrecimiento, una deuda externa enorme, una concentración inaudita de poderes en una sola persona, la institucionalidad democrática destruida, la protesta social criminalizada y perseguida, los movimientos sociales divididos y debilitados, la sociedad amedrentada, los derechos humanos de muchas personas e instituciones violentados, la oposición insultada y menospreciada y la corrupción en el máximo nivel histórico. Lo que el gobierno de la Revolución Ciudadana ha denominado la “década ganada” más bien podría llamarse “la década desperdiciada”. Ningún gobierno en la historia del Ecuador contó con los recursos que dispuso el gobierno de Correa. Algo así como 300 mil millones de dólares en 10 años, cantidad similar a la que los gobiernos anteriores contaron a lo largo de 30 años. No significa que con todo lo que hubo se hubiera podido sacar al Ecuador del subdesarrollo pero sí enrumbarlo adecuadamente en ese camino. No se puede negar las numerosas obras de infraestructura que ha realizado el gobierno como carreteras, colegios, hospitales y centrales hidroeléctricas pero no todas son indispensables, varias son sobredimensionadas y por sí solas, sirven para resolver solo en parte los problemas. Por ejemplo, la construcción de infraestructura escolar no ha significado una mejora en el nivel educativo, que por el contrario, ha empeorado. Sin embargo, el despilfarro en obras a menudos innecesarias ha sido una constante durante el gobierno de Correa y en la creación de una nueva burocracia de cerca de 200 000 empleados de nuevos ministerios, ministerios coordinadores, subsecretarías, direcciones, organismos para controlar y espiar a la sociedad y hasta una secretaría de Buen Vivir, se traduce en un país en una profunda crisis económica, donde el gobierno no se preocupó de ahorrar para los tiempos de vacas flacas sino de gastar a manos llenas y cuando ya se la acabaron sus recursos, no dudó en endeudarse en condiciones lescivas para el país ni en entregar campos petroleros maduros a precio de gallina robada. En este contexto, el candidato oficialista, tratando de diferenciarse de Correa, aparece como una caricatura de la madre Teresa. Los demás candidatos también tienen lo suyo: Lasso, además de pertenecer al oscurantista grupo del Opus Dei, fue superministro de economía del gobierno de Mahuad, responsable del feriado bancario y de la consecuente y terrible crisis económica que expulsó del país a millones de compatriotas y que pulverizó los ahorros de cientos de miles. Cynthia Viteri, del partido Socialcristiano, brazo derecho de Jaime Nebot y de León Febres Cordero, en cuyo gobierno se cometieron crímenes de lesa humanidad, el costo de la vida subió enormemente y se privatizaron servicios públicos y la pésima situación económica generada en su gobierno hizo que perdiera el plebiscito que convocó por tras a uno. Paco Moncayo, candidato de la Izquierda Democrática, coideario de Rodrigo Borja, en cuyo gobierno se comprimieron como nunca los salarios. Por eso es necesario que el voto sea analizado y razonado, no debe ser emocional, no debe estar basado en el carisma del candidato ni determinado por el baratillo de ofertas demagógicas o influenciado por encuestas que muchas veces no aciertan los resultados o que responden a los intereses de las candidaturas que las contratan. Es el futuro de los ecuatorianos lo que está en juego.