Crear las Instituciones que demandan los reclamos indígenas

Tomado del artículo de Ileana Almeida, publicado en rebelión.org

Con la independencia del Ecuador, se establece el Estado nacional en el que se expresó la voluntad de los criollos de tomar en sus manos el destino del nuevo país, pero no de garantizar la paridad étnica, ya que no captaron ni recogieron las características peculiares de los pueblos originarios ni tampoco hicieron ningún intento de integrarlos en estados multinacionales.

El Estado fue la estructura idónea para consolidar la institucionalidad de la nación criolla que pasó a ser la nación dominante mientras que los pueblos indígenas quedaron dominados. Esta situación se refleja en el rol del español como lengua oficial, de la política, educación, arte, medios de comunicación e iglesia en tanto que las lenguas de los pueblos originarios fueron desplazadas a funciones y ámbitos mínimos, los de la familia y el trabajo.

A la postre, la cultura occidental católica ha predominado en todos los ámbitos sociales y las culturas indígenas son tomadas como residuos vetustos para mostrar algo “exótico” a los turistas. La idea de integrar a los pueblos indígenas en un Estado multinacional no pasó por la cabeza de ningún presidente ecuatoriano ni por la de la gran mayoría de los ecuatorianos, sometidos a los dictámenes de la nación-estado ecuatoriana.

Aunque la Constitución del 2008 declara al Ecuador como un Estado plurinacional, en la práctica se considera que los pueblos originarios no están capacitados para de verdad integrarlo. Es así como el Ministerio de Cultura denomina a las culturas indígenas “saberes ancestrales”, el de Educación considera al español como el único idioma mientras que las lenguas indígenas son vistas como “dialectos”, el de Gobierno no garantiza los derechos de los pueblos indígenas y más bien los agrede. La Asamblea se muestra incapaz de legislar sobre la consulta previa para la explotación en los territorios indígenas.

Gracias a la lucha de las organizaciones indígenas, el 1988 se generó un espacio con autonomía como la Dirección Nacional de Educación Indígena (DINEIB). Sin embargo, los funcionarios de distintos gobiernos, desconfiados del manejo de esta instancia por parte de los propios indios, torpedearon este proyecto. El golpe de gracia vino en el gobierno de Correa, en el cual se lo integró al Ministerio de Educación y pasó a ser dirigido por funcionarios no indígenas.

Si no se generan espacios de autonomía en los cuales los indígenas estén representados y puedan tomar decisiones, el establecer al Ecuador como Estado Plurinacional seguirá siendo una declaración demagógica desprovista de contenido.