Un día para recordar: 10 de diciembre de 1948

La conmemoración de un aniversario más de la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, realizada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, constituye una fecha de gran importancia para la humanidad, que sin duda, no debería ser olvidada ni por la sociedad, ni por los Estados.

Luego de dos guerras mundiales y millones de vidas perdidas, la humanidad se encontraba en un momento trascendental. Ante ella se presentaba el reto gigantesco de establecer normas mínimas que reconozcan la dignidad, la libertad, la igualdad y la solidaridad entre las personas, así como los deberes de los Estados, o en su defecto, seguir por el mismo camino directo a nuestra extinción como especie.

Este documento con importancia social y jurídica representa el primer y más importante esfuerzo global por establecer un código mínimo para el respeto, protección y promoción de los derechos humanos. Es a su vez la piedra angular de todo un sistema de normas que reconocen derechos a las personas y establecen obligaciones a los Estados.

La Declaración implicó reconocer incontables luchas de distintos grupos de personas, numerosas aspiraciones de tener mejores condiciones de vida y sobre todo, establecer con absoluta claridad que los Estados se encuentran al servicio de las personas y no al revés, y que su poder encuentra límites absolutos en los derechos de las personas.

Muchos años han pasado desde aquel 10 de diciembre de 1948, muchos derechos siguen siendo irrespetados y pisoteados, muchos Estados han hecho caso omiso de sus obligaciones y su misión de garantes, protectores y promotores de derechos. Sin embargo, también han pasado hechos muy positivos, cada vez ese código universal de los derechos de la humanidad se extiende más entre los países (originalmente eran 58, hoy su reconocimiento es casi mundial). Actualmente sus 30 artículos y derechos reconocidos se han multiplicado en numerosos tratados que establecen un régimen cada vez más garantista de la vida, las libertades, la igualdad y la no discriminación, los derechos sociales como la educación, el trabajo, la salud y la vivienda. Incluso se han creado Cortes y Tribunales Internacionales que juzgan a los todo poderosos Estados con respecto al cumplimiento de los derechos humanos.

El camino todavía es largo, sin embargo, esa piedra angular de nuestro reconocimiento como seres humanos es un buen punto de partida para cada día seguir luchando por ser cada vez más humanos, más dignos, más libres, más iguales y más solidarios.