Larga la lista de inconformidades
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El 19 de marzo pasado se realizó en varias ciudades una nueva jornada de protesta contra el Gobierno. Decenas de miles de personas pertenecientes a organizaciones sociales, sindicatos, movimiento indígena, grupos de mujeres, estudiantes y maestros -pero también gente no organizada, sobre todo de la clase media- se dieron cita para expresar su rechazo contra las políticas del Gobierno de Rafael Correa.
Casi todos protestaban contra el paquetazo de las salvaguardias porque afectan al bolsillo de todos, pero además contra lo que cada grupo o persona en particular rechaza de este Gobierno, ya sea la criminalización de la protesta social, el extractivismo salvaje, el despilfarro de la riqueza del patrimonio nacional elefantes blancos y obras de infraestructura claramente sobre dimensionadas, e incluso innecesarias.
La ciudadanía también protesta porque se divida a los movimientos sociales mediante la creación de grupos de maestros, indígenas y trabajadores afines y manipulados por Gobierno, según la antiquísima lógica de divide y reinarás. El enorme endeudamiento que hipotecó al Ecuador con la China por varios decenios, la falta de libertad de expresión y de opinión y la persecución a quienes han osado hacer uso de ellas, se unen a la larga lista de motivos de inconformidad con el régimen.
La prepotencia, el autoritarismo y el enorme cinismo de cual el primer mandatario hace gala, no solamente pero sí especialmente en todas las sabatinas, son parte del abanico de reclamos. La desproporcionada y agobiante propaganda gubernamental, indispensable para machacar los “logros de la revolución ciudadana” y lo detestables que son los opositores y los medios corruptos; la política machista, retrógrada y entrometida en temas referentes a la sexualidad de las mujeres y de los adolescentes, incluyendo el tema del aborto, hacen parte del extenso inventario.
No fueron 4 pelagatos, ni a lo mucho 5000 personas, como dijo el primer mandatario. Fueron muchos más, de 6 a 8 veces esa cifra solamente en la marcha hacia la Plaza de San Francisco, en Quito porque también hubo otra manifestación más pequeña en el norte de la ciudad. Y también manifestaciones en otras 14 ciudades del país.
Estas personas salieron a las calles a pesar de la lluvia, a pesar de la posible represión, a pesar de que fueron filmados y fotografiados por drones y por numerosos policías de civil. No fue una marcha azuzada por la CIA, como Correa expresó en una declaración delirante. Tampoco se trata de un grupo de conspiradores tratando de desestabilizar al Gobierno y llevar a cabo la “restauración conservadora”. Simplemente, es gente digna que envía un claro mensaje al Gobierno: muchas de las cosas que está haciendo están mal, la gente las rechaza, debe rectificar. Simplemente son ecuatorianas y ecuatorianos con dignidad, con sentido de la justicia, con sentido ético y cansado de lo obsceno y grotesco del poder.