Odio y racismo disfrazado de periodismo

El domingo 4 de julio, Luis Eduardo Vivanco y Andersson Boscán, periodistas de La Posta, estrenaron en TC Televisión, un medio estatal financiado con impuestos de todas y todos, un programa llamado La Posta XXX, un espacio que, según Vivanco, con la sorna que le caracteriza, serviría para hacer una construcción académica de quienes son los políticos en nuestro país. Y para empezar, escogieron a Leonidas Iza, recientemente elegido presidente de la CONAIE.

Lo que siguió en el programa fue una andanada de insultos, agravios e infundios contra el dirigente indígena, tanto así que los ataques que el inefable Rafael Correa dedicaba a sus opositores en las célebres sabatinas, incluido al propio Vivanco, aunque parezca increíble, quedaron chiquitos. A continuación una lista parcial: “Anarquista, que quiere tomar por asalto el poder”, “tipo que vive y lucra de la bronca”, “el que quema el país”, “para empezar es un campesino”, “tumbacasas de dos patas”, “por qué no te quemas a ti mismo”, “narcisista”, “obsesivo”, “extremista”, “se cree el sol alrededor del cual van a gravitar las clases populares”. La parte más “ingeniosa” del programa fue un acróstico, desde luego contra Iza, que formaba la palabra CABRÓN. A todo eso se sumaba un tablero de tiro al blanco con una foto del presidente de la CONAIE, a la cual Boscán le hundía dardos.

Vivanco y Boscán se sentían como estrellas de las redes sociales y decidieron dar el salto a la televisión con un programa, según ellos, provocador e irreverente. Lo que lograron, seguramente apuntando a alcanzar un gran rating producto de la controversia, fue un sancocho que destilaba odio y racismo. Un irrespeto total a una persona con la que se puede discrepar en su ideología y en sus convicciones, pero que como todo ser humano, tiene derecho a su honra y a su dignidad, derechos que fueron pisoteados por los dos personajes de La Posta. Los límites de la libertad de expresión fueron completamente excedidos.

Lo que dicho programa revela es el temor por buena parte de la sociedad mestiza occidental hacia los indígenas por su capacidad de organización y movilización, que se evidenció en las protestas de octubre de 2019, y su incapacidad de ponerse en los zapatos del otro. Este hecho puso de manifiesto todo el racismo, más o menos socapado, que pervive en dicha sociedad y que no ha sido superado.

Luego del mencionado programa, y ante las numerosas condenas y críticas provenientes de muy diversos actores de la sociedad, incluso de sus colegas de profesión y sus propios amigos como reconoció Vivanco, los aludidos, con el rabo entre las piernas, han ofrecido disculpas en abstracto, pero eso no basta, ya que deberían dárselas personalmente a Leonidas Iza, al agraviado, quien está planteando llevar a cabo un proceso penal por incitación al odio. Incluso deberían disculparse con sus colegas comunicadores, pues el famoso programa denigra a su profesión. Ni qué decir de las disculpas que deben a su audiencia, por irrespetar la obligación de brindar información, opinión y entretenimiento, con estándares de dignidad y calidad técnica y humana.

Todo esto ocurre, además, en el marco de la discusión de las reformas a la Ley de Comunicación que optan por la absoluta autorregulación de los medios, en lugar de un órgano que vigile y controle que los contenidos de la programación de los medios cuenten con estándares de calidad y acogiéndose a la ética periodística.