Por: Andrea Quijije, Movimiento de mujeres por la justicia
Los movimientos sísmicos que se han sentido en el perfil costanero del Ecuador han causado gran nerviosismo en la población que habita dichas zonas.
Ecuador es un país que está posicionado en la zona del Pacífico, alineado dentro del Cinturón de Fuego, es por ello que le convierte en un país susceptible de experimentar terremotos y erupciones volcánicas a causa de los cambios continuos de la superficie del planeta, como respuesta a la interacción de las placas tectónicas.
Dentro de Ecuador interactúan las placas: Náscar (placa oceánica) y Sudamericana (placa continental), que originan un sinnúmero de movimientos. Así como el terremoto que se suscitó en 1998 en la provincia de Manabí, afectando la zona norte. Un evento que dieciocho años después, en 2016, volvió afectar a la provincia. Los daños provocados fueron de manera estructural, lo que provocó también pérdidas humanas (alrededor de ochocientos fallecidos).
El pasado sísmico y eventual que se vive en la provincia de Manabí, ha puesto a la población en alerta para que continúen en constante capacitación frente a temas de gestión de riesgos, principalmente sismos, alerta de tsunamis, y cualquier contingencia que se pueda presentar.