Los derechos humanos son uno de los legados más poderosos de las luchas del Siglo XX. Sin embargo, durante las dos primeras décadas del Siglo XXI hemos visto con preocupación cómo se vapulea o maltrata dicha expresión; por ejemplo, en algunos reportajes de noticias judiciales se confunde el otorgamiento de medidas alternativas a la prisión preventiva de presuntos delincuentes, con violaciones a derechos humanos de las presuntas víctimas. La detención preventiva no es un derecho de las víctimas, es un mecanismo de última instancia para asegurar que la persona asista al juicio que se le sigue.
Otro ejemplo es la ligereza con la que se están llevando conflictos de connotación política a estrados judiciales, so pretexto de que se están violando los derechos humanos de tal o cual persona, por lo general de notoriedad pública. No nos detendremos aquí a resolver si las sentencias estuviesen o no ajustadas a la legalidad, ello sería objetivo de un análisis mucho más extenso y caso a caso. Nos interesa aquí revisar el riesgo de deformación del término en la opinión pública.
El término derechos humanos da cobijo a una gran variedad de derechos inalienables de las personas. Algunos serán más visibles en la cotidianidad, en especial por la notoriedad que le den los medios de comunicación a determinados casos en sus reportajes, pero esto no quiere decir que sean los únicos, ni que sus titulares sean las únicas personas que los gocen. Debemos recordar que existen otros derechos que no aparecen en las noticias, pero que también son indispensables para la vida en sociedad, y que todas las personas somos sus titulares, por lo que no debemos confundir la notoriedad con el goce de los derechos.
Esto nos lleva a la siguiente parte de la reflexión. Los problemas en el goce de derechos humanos y en el uso sus garantías, males contra los que aún luchamos, no pueden entenderse como que estas instituciones son el problema en sí mismo. Entonces, tenemos que comunicar que los derechos humanos son un patrimonio común de las personas, y expresarnos con mayor conciencia sobre esta realidad.
También es importante defenderlos porque su goce y respeto contribuyen además al de la democracia. Esta forma de gobierno se encuentra también bajo ataque. Deben preocuparnos las cifras de la encuesta de opinión pública sobre la importancia de la Democracia, de la Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo, CID Gallup. Esta encontró que en Ecuador solo el 43% de las personas encuestadas manifestó que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.
Esto pone de manifiesto la decepción de las personas en los gobiernos y partidos políticos. Además, que la crisis de institucionalidad del país es más profunda de lo que se creía y que deben atacarse sus múltiples causas con prontitud. Por lo pronto, les recordamos que parte del deber de la ciudadanía, es acceder con sentido crítico al contenido de lo que reportan los medios de comunicación y las redes sociales, en especial cuando aplauden sin más la mano dura y tratan con superficialidad los derechos humanos y la democracia.