Maritza Salazar
La mayor organización de mujeres de la provincia de Cotopaxi, la OMICSE (Organización de Mujeres Indígenas y Campesinas Sembrando Esperanza) de la parroquia Toacaso en Latacunga, retoma asambleas y espacios de formación que permitan tomar acciones frente a la defensa de los derechos.
Varias actividades se encontraban suspendidas por efectos de la pandemia que obligó a priorizar el cuidado de la salud, también por las complicaciones económicas y últimamente por una campaña electoral que amenaza con divisiones internas.
El viernes 10 de marzo, a propósito del Día Internacional de la Mujer, en la sede de la OMICSE ubicada en el sector de Planchaloma, 70 mujeres dirigentas de las comunidades de base se reunieron para reflexionar el contexto actual y la realidad que están enfrentando las mujeres en el sector rural. Los temas de mayor preocupación son la falta de empleo, el aumento de la pobreza por las condiciones adversas para la agricultura campesina, la preocupación por los precios cada vez más altos de los productos y un mercado cada vez más injusto para las productoras del campo. Pero, sobre todo, la preocupación que les quita el sueño y frente a la cual se sienten indefensas, es la violencia y la inseguridad que viven las mujeres en el campo y la ciudad.
Precisamente, un día antes de la reunión de las dirigentes de la OMICSE, se conoció y provocó mucho dolor el hallazgo del cuerpo desmembrado de una joven que había sido reportada como desaparecida en días anteriores, el brazo de la joven desaparecida se localizó la noche del miércoles 8 de marzo, y el día jueves durante la mañana, con el apoyo de la comunidad se logró encontrar el resto del cuerpo en uno de los barrios de la parroquia de Pastocalle, del norte del cantón Latacunga, territorio vecino de la OMICSE.
Este terrible hecho, que las mujeres exigen sea investigado hasta dar con el o los responsables de este crimen, provocó la reflexión de las mujeres organizadas para impulsar acciones en los territorios rurales que permitan enfrentar estas acciones violentas que amenazan la vida de las mujeres.
Al cerrar el espacio de formación y antes de compartir los alimentos que trajeron cada una para aportar a la reunión, se acordaron los compromisos para impulsar en las comunidades de base, Acordaron retomar las reuniones, asambleas y espacios de formación, principalmente involucrando a la juventud para reflexionar sobre los riesgos y amenazas actuales. Además, motivar la participación más activa en la toma de decisiones en las comunidades, organizaciones y parroquias que favorezcan la producción y comercialización para obtener un sustento económico más digno para las mujeres. Exigir a las autoridades parroquiales y cantonales políticas de seguridad más concretas y con la participación de las mujeres y de la comunidad.
Con estos compromisos, y con el reconocimiento que solo la organización y la unidad logrará
transformar los territorios en lugares más seguros y de progreso económico para todas y todos, se cerró la capacitación con el compartir de alimentos y anécdotas de los logros organizativos.