El primero de mayo se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores. Fecha que tuvo sus raíces en las huelgas de trabajadores que comenzaron justamente un primero de mayo, en Chicago, en 1886. Esto porque se pedía el respeto de varios derechos, entre ellos el de una jornada laboral de 8 horas.
Hace 138 años las personas clamaban por derechos como:
- Reducción de la jornada laboral a 8 horas, en contraposición al límite de 18 que
existía en ese momento - Seguridad Social. Proteger a las y los trabajadores de enfermedades, accidentes
de trabajo, invalidez y vejez - Igualdad salarial y derecho al salario mínimo
- Disfrutar de vacaciones pagadas
- Bonificaciones y pago de días festivos
- Derecho a la asociación sindical y derecho a la huelga
Si comparamos esta lista de demandas de una persona trabajadora del siglo diecinueve, con la nuestra de hoy, siglo veintiuno, vemos que la lucha poco ha cambiado, y que deberíamos sacar una alarmante conclusión. El espanto de la regresividad y el monstruo de la explotación siguen ahí, solo que, con nuevos y elegantes nombres: la modernización y el emprendimiento.
El NO del pueblo ecuatoriano fue contundente en la consulta popular del pasado 21 de abril de 2024. Y, sin embargo, los medios de comunicación nos siguen tratando como tontos y miedosos que no entendimos.
Nos dicen que el trabajo por horas era la solución al desempleo, pero sabemos que NO es así. Con una reforma así la precarización se va a extender, nos van a pagar menos aún; y sí habrá despidos pues no hay garantías fuertes y serias de que los beneficios de seguridad social y otros en verdad ocurrirán. ¿En serio creen que una persona puede obtener una vida digna con $1,92USD la hora? ¿Con cuántos empleadores debería trabajar para alcanzar el salario básico? Y sobre todo ¿cuántas horas? ¿8, 12, o 18? Recordemos que solo pocas personas pudieron trabajar desde casa durante los momentos más críticos de la pandemia, y, sin embargo, nos mienten descaradamente sosteniendo que “tendremos más libertad de contratar”, de “trabajar desde la casa” e inclusive “que podremos ser nuestro propio jefe”.
Eso de que las viejas leyes laborales impiden el desarrollo, y que “caminamos del tercer al cuarto mundo” solo es parte de una campaña de terror mediático. No caigamos en la desinformación, porque solo unos pocos se van a beneficiar de la creciente explotación, que traería una supuesta modernización, y, sobre todo, de desmontar las pocas garantías laborales de las que aún gozamos. Y recordemos que nuestra voz, que nuestro NO, es de obligado cumplimiento. Cualquier ley o reforma que se quieran inventar de forma oscura para ignorarnos, será a todas luces inconstitucional e ilegítima, y es nuestro deber ciudadano recordárselo a los poderes públicos y privados del país.