Una intensa controversia generó la presentación de la banda de hip hop quiteña Mugre Sur en el Quito Fest 2024 realizado en diciembre. Su actuación, que incluyó una representación del ahorcamiento de una figura de cartón del presidente Daniel Noboa, provocó el rechazo del Ministerio de Cultura por considerarla una incitación a la violencia. Sin embargo, otros artistas y asistentes defendieron la actuación, interpretándola como una crítica social y política.
Este hecho nos lleva a preguntarnos sobre cuál debería ser la relación entre arte y política.
Si bien el arte puede ser utilizado por el poder con el objetivo de desactivar disensos, socialmente en cambio puede ser una conciencia crítica de la propia sociedad que se auto analiza y cuestiona. El arte puede ser una herramienta para rectificar o redireccionar cosas incorrectas que hace el poder, sin embargo éste no solo no tiene interés en comprenderlo, sino que es absolutamente intolerante con la transgresión presente en muchas obras artísticas.
El poder debería escuchar y ser receptivo a las críticas pero lo que es más debería estar dispuesto al cambio y rectificación.
El arte es político por su capacidad de generar disenso, romper con la lógica vertical, violenta y policial del estado e instaurar nuevas formas de experiencia donde lo sensible conecta con la realidad que viven la mayoría de personas de discriminación, violencia, pobreza donde el estado es uno de los perpetradores.
Cuando hablamos de arte no se trata solamente de algo que se limita a la estética, sino que debe ser una herramienta social para cuestionar las normas establecidas y generar nuevas formas de pensamiento y acción. Entonces más allá de lo provocativo de la presentación de Mugre sur hay que valorar este hecho en la medida en que cumplió una función de expresión y debate en el país.
También este acontecimiento nos lleva a pensar en la relación entre arte y activismo, ya que ambos implican una participación ciudadana activa y responsable. «En ese sentido, poco a poco, encontré el activismo. Porque el activismo es una práctica en la cual tú eres consciente de que eres un ciudadano activo, con una responsabilidad. No eres un cliente de una empresa, no eres un consumidor. Eres un ciudadano. Es decir, alguien que defiende sus derechos y que exige que se cambie lo que no le funciona, a él o a su grupo.» (Brugera)
Entonces, más allá de todos los discursos oficiales que cuestionaron este hecho es importante destacar que el simbolismo de esta imagen circuló rápida y poderosamente por todas las vías digitales hasta instalarse en una larga conservación pública sobre cómo asimilamos la crítica y si además es legítimo y válido proteger la imagen del poder cuando ésta debería estar disponible y abierta a la crítica.