Otro mal año para los derechos humanos en Ecuador

El año 2020 será recordado como uno de los peores de la historia reciente, y los nocivos efectos de la pandemia del SARS-CoV-2 también se sintieron sobre el ya resentido goce de los derechos humanos, tanto en el mundo, como en el país.

La pandemia puso sobre la mesa la evidencia definitiva del problema de pobreza e inequidad social que se vive en Ecuador, uno del que ya sospechábamos, pero del cual no teníamos aún idea global de cuán agudo es: 

  • Muchas personas perdieron sus empleos, el desempleo se calcula en 6.6%, el empleo adecuado se redujo al 32.1% y el subempleo está en el 23.4%.
  • El 70% de las y los jóvenes en Ecuador no tienen acceso a internet, lo que impide continuar con normalidad su escolarización, a la par que se reducen sus posibilidades de acceder a alimentación. Además, la improvisación del Ministerio de Educación ha marcado la pauta durante la pandemia y con posterioridad.
  • No se cuenta con la suficiente infraestructura hospitalaria para atender las necesidades de la población, además, en los momentos más críticos de la pandemia la respuesta de muchas instituciones fue caótica y contraria a cualquier definición de dignidad humana.
  • Fue quizás uno de los más prósperos periodos para la corrupción. Mientras miles de personas fallecían por falta de acceso a medicamentos y respiradores, unos cuantos se forraban los bolsillos con el erario público, y de esas investigaciones poco y nada se sabe, pero por otra parte los pobres miserables que se saltaron los toques de queda durante el confinamiento sí recibieron justicia penal exprés.
  • Se vetó el Código de la Salud y con ello se ratificó que se trata de un derecho que no les interesa a las élites conservadoras, ni al gobierno, ni al poder, todo en contra de las necesidades de amplias mayorías de personas, mayormente pobres, en el país.
  • Quedó tristemente demostrado que el lugar más peligroso e inseguro para una mujer o niña en Ecuador es su propio hogar, por ejemplo, de enero a noviembre se registraron 101 femicidios en el país, con lo que aún cada 72 horas una mujer, niña o adolescente es asesinada por razones de género.
  • La situación de las y los adultos mayores sigue bastante invisibilizada en el país, por lo que aún desconocemos los efectos de la pandemia sobre su salud mental y psicológica, pero es necesario tomarnos en serio también todos sus derechos.
  • De la situación ambiental ni hablar, pues ni la pandemia pudo frenar las actividades ilegales de tala, minería y deforestación, así como tampoco pudo pausar el derrame de petróleo de abril, que afectó a las provincias de Sucumbíos y Orellana y su mitigación costó alrededor de 20 millones a la ya golpeada economía del país.

Solo resta agregar que estamos además en época preelectoral, por lo que las y los candidatos dirán lo que creen que queremos escuchar y “lucirán bien para la foto y las encuestas”, pero es nuestro deber cívico leerles entre líneas y votar con madurez y seriedad por la opción que mejor defienda nuestros derechos, no por impulsos, ni por simpatías, ni antipatías. Que no nos manipulen. 

Cerramos este editorial con la esperanza de que 2021 sea más un año más benevolente y próspero para los derechos de todas las personas. Y sin duda será un año más de lujo.