Por: Sonia Rodriguez Jaramillo, CEPAM Guayaquil
Guayaquil es una de las ciudades donde se muestran de peor manera las inequidades de todo tipo. Cada día las noticias nos inundan con imágenes de asesinatos, sicariatos, asaltos, amotinamientos; pero sin análisis argumentados para enfrentar la emergencia ni atender las obvias causas estructurales. A mayor pobreza, sin oportunidades de estudio, trabajo, descanso, recreación ni salud, se conforman familias que no logran cuidar, acoger a sus miembros. En este escenario se incrementan las adicciones, adolescentes y niños vinculados a la delincuencia, mafias; tráfico de drogas, armas y hasta de personas.
Ante la falta de satisfacción de necesidades básicas, entre las que están la confianza y el respeto a la autoridad que regule, proteja, promueva relaciones solidarias y respetuosas, la violencia y delincuencia se presentan como las salidas para tener comodidades, privilegios y poder.
En nuestro país van naciendo y creciendo niños en entornos violentos, no saludables. En los servicios de salud públicos seguimos sin medicinas, sin equipos, obligan a los pacientes a comprar medicinas costosas, a hacerse las pruebas de diagnóstico en el sector privado, lo cual acarrea que los pacientes salgan aturdidos, más agobiados y sin perspectivas de recuperación.
El panorama en Guayaquil es desalentador, más violencia y menos salud. Es hora de exigir los cambios que la sociedad necesita, es nuestro derecho.