Muerte cruzada y elecciones a la vuelta de la esquina

La muerte cruzada fue el desenlace de la pugna entre un gobierno inepto, indolente,
indeciso, corrupto y servil con el FMI, el de Guillermo Lasso y una Asamblea cuya
mayoría desde hace buen tiempo tenía como principal objetivo la destitución del
presidente. Una Asamblea donde entre sus miembros, salvo honrosas excepciones.
abundaba la corrupción, el cinismo, la ignorancia, la ruindad, el absoluto desinterés por
los problemas del pueblo y el completo interés en sí mismos. Por algo terminó con
apenas 5% de aceptación, el más bajo de la historia. Y la aceptación de Lasso es apenas
superior.

El otro poder del Estado, el Judicial, reparte injusticia y la corrupción que le afecta ha
llegado a límites inconcebibles con jueces de alquiler que escandalizan con sus
decisiones. Más que nunca la ley sigue siendo para el de poncho porque el que tiene
plata, sin importar si es mal habida, puede ver muy reducida su sentencia y salir en
libertad, aunque haya cometido los más execrables crímenes como el caso de miembros
de pandillas vinculadas al narcotráfico, mafias de los hospitales y políticos ladrones.

El sistema político del Ecuador muestra una descomposición extrema en la cual ni el
ejecutivo, ni el legislativo, ni el judicial ni el engendro llamado Consejo de
Participación Ciudadana representan ni de lejos los anhelos y los intereses de la gran
mayoría de los ecuatorianos. Pueblo sumido en la falta de empleo, la inseguridad, la
violencia, la pobreza, la miseria y la desesperanza como nunca antes. El gobierno del
banquero fue insensible a la crisis económica que se agravó aún más a causa de la
pandemia. El régimen prefirió no tocar la reserva monetaria internacional antes que
realizar inversión social, lo que hubiera permitido aliviar la crisis. Resultado: Hoy por
hoy están migrando al extranjero más ecuatorianos que cuando hubo el feriado bancario
del 1999.

Se vienen unas elecciones en las que los partidos y movimientos políticos están
permeados por el narcotráfico y en las que los candidatos harán uso y abuso de las redes sociales. En las que ninguno tendrá tiempo, si es que tuviera la voluntad, de realmente
establecer un plan de gobierno que tome en cuenta las verdaderas necesidades del
pueblo.

El correísmo, ansioso de regresar al poder para seguir lucrando de él y lograr impunidad
para su jefe, fue la principal fuerza detrás de la destitución de Lasso. La muerte cruzada
y estas elecciones con una campaña tan corta son su plan B y parte con la ventaja de
tener un voto duro de alrededor del 25%, cualquiera sea su candidato. Para enfrentarlo,
tendría que conformarse una coalición de fuerzas políticas de amplio espectro que
deberá deponer ambiciones personales y establecer un proyecto con acuerdos mínimos
en temas esenciales como la lucha contra la inseguridad y la corrupción, generación de
empleo, obra pública, salud y educación. Lo que parece difícil porque ya están
proliferando candidatos de toda índole, políticos con amplia trayectoria y outsiders de
último momento. Y porque desde hace muchos años los intereses de ciertos grupos se
han antepuesto a los de la gente.